domingo, 19 de junio de 2016

Señas para llegar a Ovejería

Ovejería de Leonardo Hernández


¿Cuáles son los límites de Ovejería? ¿desde dónde y hasta dónde podemos hablar de Ovejería? Versos del poema Mapas mentales, preguntas por un territorio cuyos límites son dibujados por el lenguaje, por el habla, por la palabra. Ovejería como un lugar en la memoria. Un lugar que ya no existe, un lugar perdido. Pero cuyos rastros aún podemos pesquisar en el recuerdo y la escritura. Estos textos como señales de ruta hacia ese lugar difuso que es la memoria personal y colectiva.

Una notas breves sobre la forma en que este libro reconstruye Ovejería, traza su cartografía imaginaria.

Del poema Jotes: un barrio que existe sólo en la memoria de muchos que buscan y encuentran/ sentido en viejas fotos/en anécdotas en personajes/ en canchas de tierra/en el olor del vertedero. Encontrar sentido en viejas fotos, escribe Hernández y ese es el trabajo al que se avoca. Reconstruir el archivo de las imágenes de este pueblo. La memoria es aquí la recuperación de unas imágenes que pueden traer de vuelta lo que se ha perdido en el tiempo. Viejas fotos. Borrosas, ajadas, amarillentas. Reconstrucción de álbum familiar y comunitario. Collage colectivo. Un trabajo como el que describe este diálogo en Archivo de Claudio Farías: de quién son estas fotos? de qué años? … /estás haciendo un archivo muy bueno de Ovejería./Lo mismo las fotos tuyas hay buen ojo y encuadre/una historia que no se ha contado/tus fotos la empiezan a narrar. Poemas breves, objetivos. Fotogramas que narran la historia secreta de Ovejería. Imágenes que se ponen a disposición del lector, de su mirada: esta foto también podría titularse de la forma en que el lector quiera.

Encontrar sentido en anécdotas y personajes. Escenas de la vida cotidiana, historias mínimas de todos los días. Fragmentos de una forma de vida desaparecida que son recuperados en la voz y en la memoria de sus protagonistas. Familiares, vecinos, conocidos de toda la vida. Hay aquí muchos nombres propios. Retratos, perfiles de los habitantes de ese espacio y ese tiempo. Polifonía de relatos y miradas narrando cómo eran las cosas en esos días, setentas, ochentas, en un pequeño pueblo de provincia en el sur de Chile. En vez de impostarse, el poeta convoca esta pluralidad de relatos y hace el trabajo del registro y del montaje. Comprende la memoria como un trabajo colectivo. Una continua apelación al otro, la pregunta reiterada en muchos de estos poemas: ¿Alguien se acuerda? 

Los Kelicos/ las Rubias/ las Negritas/ los Topogigios/ luego los John Travolta/ los gajos con sabor a naranja y a limón/ las guagüitas. Una lista de golosinas que de inmediato evoca la infancia para quienes fuimos niños en esa época. En este libro los sentidos son una forma del recuerdo. De recuperar unos sabores o unos olores que pueden hacernos volver, aunque sea por un momento, al territorio perdido de la infancia. O que pueden hacer más clara la memoria de unos lugares que ya no existen o solo lo hacen en ella. Como comenta Patricia Arias en el poema Encuentro 8°A 1983: Patricia Arias comenta: hay tres olores con los que regreso a la escuela. O en otro texto, Interior: las castañas/ pa qué decir/ qué tiempos aquellos que no volverán/ nif nif nif. El sabor de las castañas puede ser un pasadizo, misma vía que la magdalena de Proust, hacia ese tiempo perdido al cual puede regresarse no sólo con los ojos sino también con el paladar y la nariz.

En el libro hay varias listas. Listas de nombres. Listas de lugares, Listas de cosas. El poeta hace inventario, recolecta, recopila. Se me viene a la cabeza el poema de Jorge Teillier Cosas vistas. 50 fragmentos brevísimos, muchas imágenes de objetos, las primeras luciérnagas, una locomotora de lata abandonada en la basura. En Ovejería también hay listas. Listas escritas como quien toma apuntes aprisa para evitar el olvido definitivo de un nombre o de una dirección. Hacer la lista, pasar lista. Enlistar como un recurso nemotécnico, como un procedimiento de reconstrucción del lugar. En el mismo sentido, pienso en las listas del Perec de Espacies de Espacios o de Agotamiento de un lugar parisino. 

Esta podría ser una poesía épica si, como Ezra Pound, la comprendemos como aquella poesía que le da un lugar a la Historia. Fragmentos documentales de hechos acaecidos en el siglo XIX. La historia ferroviaria, aeronáutica, automovilística y futbolística del pueblo. La historia de la toma que dio origen al barrio, a la población Juan de Dios Guajardo. El relato de sus fundadores, llamados Los tupamaros. Este libro reconstruye ese relato histórico y lo hace plenamente consciente del poder que en esta época y en este país tiene el olvido: se mueren los fundadores a quienes llamaban tupamaros/ los hijos cuarentones y cincuentones de los tupamaros/ya no saben quién fue Juan de Dios Guajardo. O en otro poema: nadie recuerda quién fue Juan de Dios/ nadie sabe quién le puso ese nombre a la toma/ durante el primer año de la U.P. Estos poemas están escritos contra esa amnesia. Quieren reconstruir, en un afán a la vez poético y antropológico, la memoria colectiva desdibujada u oculta.

No es Spoon river/ni soy el talentoso burócrata/sólo es Ovejería la población Juan de Dios Guajardo // No es Spoon river es Ovejería/ribera este del río Rahue. Desde luego, Ovejería no es Spoon river. Aquí, más que muertos y epitafios, hay fotografías antiguas, retazos rescatados al olvido de un mundo y una vida enterrados por el tiempo. Antología de Spoon river es uno de los libros más influyentes en el panorama de la poesía del siglo XX, escribe Rodrigo Olavarria en el prólogo a su traducción publicada por esta misma editorial. Estoy de acuerdo. Entonces pensar en el libro de Lee Masters no como un lugar concreto sino como forma y en su influencia respecto a la poesía reciente sería un ejercicio interesante. Pienso en libros como El cementerio más hermoso de Chile de Christian Formoso, Colonos de Leonardo Sanhueza o La constru de mi alma de Daniel Tapia. Desde este punto de vista Ovejería podría ser parte de un corpus de libros que no son Spoon River pero cuya construcción recoge sus procedimientos.

Veo ruinas por todos lados por donde tanto tiempo viví destruí perdí/no hallarás nuevos barrios no hallarás nuevos ríos/ Ovejería te seguirá/ caminarás por la misma Felizardo Asenjo/en las mismas casas tu pelo se cubrirá de cenizas y pómez/siempre llegarás a Ovejería. Vuelvo a la pregunta inicial: ¿cuáles son los límites de Ovejería? Creo que este libro responde con claridad. Ovejería, como la memoria, es un lugar sin límites. Un lugar, como dice Kavafis en uno de los epígrafes, que siempre te seguirá. Que se porta, que se lleva consigo. Ovejería es un minucioso trabajo de la memoria en medio de un país que ha aprendido a olvidar muy, pero muy bien. Que ya no se recuerda a sí mismo antes de las ruinas. Termino con estos versos de Spoon river: Todo ha cambiado/ Nosotros, los recuerdos, seguimos aquí, solos,/pues no hay ojo que pueda vernos ni saber/por qué estamos aquí. Este libro, estos poemas, son un ojo que intenta llegar a ese lugar donde habitan los recuerdos. Salvarlos de esa soledad que es el olvido. Seguir su rastro. Dar señas de cómo llegar a Ovejería. 



Valparaíso
Junio de 2016

Ovejería
Leandro Hernández
Poesía
Das Kapital 2016