martes, 17 de mayo de 2016

POESÍA/ PEGAMENTO/ TIJERAS

Mi entrevista a Patricio González sobre EL Espíritu del Valle para Revista Cuaderno

Conocí a Gonzalo Millán en su casa de Bellavista, calle Constitución, año 82, 83. Eran tiempos muy duros pero en ese barrio sucedían muchas cosas. Había mucha música, exposiciones, podías encontrarte con tus pares. Había un ambiente menos represivo que en el resto de la ciudad. Yo acababa de armar la librería Altazor en Viña del Mar. Luego nos reunimos en su casa de Antonia Lope de Bello. Vivía en una especie de altillo, en un tercer piso. Quedaba muy cerca de la Casa Canadá que funcionaba como una especie de ONG. A su alero se desarrollaron dos proyectos, dos revistas: El Espíritu del Valle y Enfoque, una revista de cine. En Casa Canadá teníamos un taller. Se contaba con muy pocos recursos. Casi todos provenían de la solidaridad con Chile desde el exilio. A veces teníamos la revista lista, pero no podíamos sacarla de la imprenta porque las platas se demoraban en llegar. 

Con Gonzalo nos veíamos también en Viña. En esa época su pareja era Ximena Castillo. De alguna forma fuimos tramando una relación de amistad. Se presentó Seudónimos de la Muerte en la librería. Con Millán, el trabajo y la relación personal eran una sola cosa, no había diferencias entre uno y otro plano.

Millán era un tipo muy activo, con muchas conexiones. Recibía mucho material, colaboraciones de todas partes. El trabajo era seleccionar y editar. La idea de Gonzalo era que la revista llenara un vacío, que sirviera de base para actualizar, reconocer y valorar el trabajo de quienes estaban tanto dentro como fuera de Chile. También era importante la conexión con poesías extranjeras, la neozelandesa, la canadiense. Millán había hecho toda una experiencia en el exilio, había viajado mucho, y volvió con una idea muy clara de la revista que quería hacer. 

La revista fue pensada desde el principio por Gonzalo con un fuerte componente visual. Compartíamos ciertas referencias a determinadas revistas, una imaginería común. Algunas imágenes publicitarias, por ejemplo. Recuerdo la imagen del detergente Klenzo. Nos mostrábamos monos, catálogos, materiales encontrados en librerías de viejo. Recortes de libros raros, comics. Él venía desarrollando un trabajo visual, que por ese tiempo llamaba Plastic Poetry. Gozábamos mucho ese trabajo. Recortar, pegar, preparar los originales. Trabajábamos en una mesa de luz sobre papel cuché, hacíamos las plantillas. Siempre teníamos sobre la mesa recortes, muchísimos recortes. La idea era intervenir los textos con estas imágenes, realizar un ejercicio de montaje. Era muy entretenido y demandaba cierta destreza manual. Millán tenía mucha habilidad. Las reuniones de la revista eran eso. Había mucho de juego en ese trabajo. Todo se hacía con fotocopias y reducciones. Se trabajaba página a página. Creo que El Espíritu del Valle fue una de las últimas revistas hechas así, a mano. Con pegamento y tijeras. Por esos años no había computadores. Todo era armado con un sistema de Composer IBM, con galeradas. Luego empezaron a aparecer los primeros computadores, aunque muy rudimentarios. 

Gonzalo era un tipo de archivo, de documentos. Juntaba muchos materiales, fotografías, textos. En ese sentido, veo una sintonía con Juan Luis Martínez. Cuando nos juntábamos para hacer la revista había mucho intercambio de imágenes, de ilustraciones y revistas. Revisábamos, discutíamos. La onda de Millán siempre era compartir más que imponer. Hacer la revista era también eso, compartir, almorzar juntos, conversar en su piso. Por supuesto, nadie ganaba un peso. No había cálculo ni interés. La revista era lo que teníamos que hacer. Y lo hacíamos. Pero Gonzalo pensaba en el futuro y tenía muy clara la importancia de lo que estábamos haciendo. 





Versos de CRIMINAL en este rap de Cevladé

https://www.youtube.com/watch?v=xr1mZoZ-XGM
Txt sobre Los Bigotes de Mustafá x Gaspar Peñaloza

https://quinuayana.wordpress.com/2016/03/16/el-lugar-vacio-luego/